Ábsolom
¡Hola de nuevo mis queridos lectores!
Esta semana quiero compartir con vosotros una excelente noticia, ayer terminé mi novela Ábsolom, una novela fantástica juvenil en la que el protagonista, cuyo nombre da título a la novela, se trasladará a Teruel desde donde vivirá una increíble aventura e iniciará un viaje hacia un mundo desconocido donde deberá demostrar si cree que los sueños pueden hacerse realidad.
Esta semana quiero compartir con vosotros una excelente noticia, ayer terminé mi novela Ábsolom, una novela fantástica juvenil en la que el protagonista, cuyo nombre da título a la novela, se trasladará a Teruel desde donde vivirá una increíble aventura e iniciará un viaje hacia un mundo desconocido donde deberá demostrar si cree que los sueños pueden hacerse realidad.
Ábsolom
Ábsolom, ¿que clase de nombre era
ese?, se preguntó mientras miraba el techo de su habitación. A sus
dieciséis años ya debería estar acostumbrado a los comentarios
acerca de su nombre, pero empezaba a creer que no lo lograría.
Además estaban los cambios. Siempre moviéndose de un sitio a otro
sin descanso. ¿A cuantos colegios había ido ya? ¿Diez, veinte? Ni
se acordaba. Había dejado de contar después de separarse de su
único amigo en Barcelona. Se cayeron bien en cuanto se conocieron.
Ábsolom supo que era alguien diferente cuando ni siquiera pestañeó
al revelarle su nombre. Pero eso había sido hace mucho tiempo,
cuando no era más que un crío de seis años.
Ahora volvía a enfrentarse a una
nueva ciudad y un nuevo colegio. Teruel. Cuando su tía le ordenó
que metiera sus cosas en la maleta diciéndole que se mudaban a la
capital de una de las tres provincias de Aragón, había navegado un
poco por la red antes de apagar su portátil y meterlo en su bolsa.
Le había hecho gracia descubrir que había una iniciativa llamada
“Teruel existe” destinada a dar a conocer aquella región al
resto de España. Él se sentía igual y tenía la sensación de que
tenía que gritar para que alguien se diera cuenta de que existía.
Sin embargo, después de su primer día en el instituto Vega del
Turia, hubiera preferido ser invisible. Si ya de por sí atraía
todas las miradas por culpa de su pelo de color gris, totalmente
plateado, su piel morena y sus ojos de color violeta, cada vez que se
presentaba, su nombre terminaba de marcarle como bicho raro allá
donde fuera.
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